miércoles, 14 de octubre de 2009
Más cantos sobre la Palabra de Dios
Los presentes son cantos interleccionales y "Aleluyas". Al igual que la entrada anterior, pueden ayudarnos para la oración...
ALELUYA
¡ALELUYA! (2).
¡GLORIA AL SEÑOR! ¡ALELUYA! (2).
A proclamar la verdad
Salió el sembrador;
Hoy, con nosotros está.
Escuchemos su voz.
ALELUYA
El pan liberador. Paulinas.
¡Ah, ah, ah! (4).
Jesucristo es el camino,
Es la verdad y la vida (2)
Que reaviva la esperanza
De mi gente cada día.
Escucha hoy la voz, la voz del Señor (2)
Y no endurezcas tu corazón (4).
Aleluya (4).
ALELUYA
Tú serás mi pueblo. Paulinas.
Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo (2).
Yo habitaré en medio de ti (2).
Aleluya (8).
ALELUYA
A tu lado, Señor. San Pablo Producciones.
ALELUYA (4).
Junto a ti, Jesús, rezaré.
Tu Palabra quiero vivir.
Tú me haces sencillo, Señor:
En tus manos me dejaré.
Cantaré el amor que hay en ti,
Porque me amas y estás aquí.
Pones paz en mi corazón:
Con tu amor feliz yo seré.
Nunca dejaré de cantar
Que tú eres la luz y el amor.
Tu camino quiero seguir:
No me dejes solo, Señor.
ALELUYA
¡ALELUYA! (9).
La Palabra del Señor es luz a nuestros pasos.
La Palabra del Señor nos guía y nos da vida.
Oh, Señor, te pedimos que nuestros corazones
Se dispongan y reciban la Palabra de la vida.
Recibamos con amor la Palabra del Señor.
La Palabra del Señor es la sola que nos salva.
El Señor de la vida venció a la muerte
Y, presente en su Palabra nos llama a nueva vida.
ALELUYA
La Mesa de todos. Paulinas.
ALELUYA (5).
El Padre me ha enviado para anunciar
La Buena Nueva a los pobres, aleluya.
ALELUYA
Celebremos en el Espíritu. Paulinas.
ALELUYA (4).
Envía, Señor, tu Espíritu. ¡Danos tu Palabra!
Envía, Señor, tu Espíritu, renueva la tierra.
ALELUYA, ESTA PALABRA TUYA
Hermano mío. Paulinas
Aleluya (8).
Esta Palabra tuya no pasará jamás
Ha abarcado el cielo y llevará su fruto (2).
ALELUYA, SHALOM
Hermano mío. Paulinas.
Aleluya (12).
Quédate siempre aquí y la tristeza se irá.
Vives siempre, Señor. Eres vida en mí.
Con la luz que nos das las tinieblas se van
Y es tu voz, oh Señor, un fuego de amor.
Shalom, aleluya (16).
ALELUYA. TU PALABRA
ALELUYA (4).
Tu Palabra creó la tierra, el mar, el cielo y la tierra.
Tu Palabra creó el amor y lo diste a cada corazón.
Tu Palabra se hizo carne, y en la cruz derramó su sangre.
Resucitado, vive y habla. Tu Palabra es Vida verdadera.
BUSCAD PRIMERO
¡ALELUYA! (9).
Buscad primero
El Reino de Dios y su justicia
Y todo lo demás se os dará.
Aleluya (2).
CANTA “ALELUYA”
Ven, Espíritu Santo. Ediciones Paulinas.
Canta “aleluya” al Señor (2).
Canta “aleluya” (2).
Canta “aleluya” al Señor (2).
GLORIA A TI, SEÑOR
La Mesa de todos. Paulinas.
Esta es la Palabra de Dios.
Gloria y honor a ti, Señor Jesús.
TRANSFÓRMANOS CON TU PALABRA
Queremos escuchar tu voz, ¡oh, Jesús!
Vivir tu amor en plenitud y cambiar
Nuestra vida, nuestro ser, dando fruto de ese amor,
Siendo testimonio en nuestro caminar (2).
TU PALABRA
Tu Palabra, Señor, da la vida
Tu Palabra, Señor, da la paz,
Tu Palabra, Señor, es eterna,
Tu Palabra es la verdad.
TU PALABRA, ALELUYA
Tu Palabra es como el fuego
Que quema la boca, ¡aleluya!
Tu Palabra es como martillo
Que rompe la roca, ¡aleluya! (2).
TU PALABRA, SEÑOR
Tu Palabra, Señor, es la verdad
Y tu ley nuestra libertad.
TU PALABRA ME RENUEVA
Levántate a comer el pan. Paulinas.
TU PALABRA ME RENUEVA,
HE PUESTO MI CONFIANZA EN TI.
ALELUYA, TU PALABRA ES MI PAZ.
ALELUYA, VEN A MÍ, SEÑOR.
En la nube se escuchó una voz:
Ӄste es mi Hijo amado;
Escuchen su Palabra, ovejas del rebaño,
Escuchen su Palabra y obedezcan
Sus mandatos”.
Cantos sobre la Palabra de Dios
En esta entrada les ofrecemos algunas letras de cantos sobre la Palabra de Dios, que pueden ser utilizados para las animaciones comunitarias o, bien, como palabras que nos ayudan a entrar en clima de oración... Si podemos cantarlas, ¡bien! Pero, en todo caso, pueden "prestarnos" sus palabras para dirigirnos a Dios, con corazón agradecido por el don de su Palabra, por el don de la Palabra que es su Hijo - Verbo de Dios... para expresar nuestra expectación ante ella, el poder que tiene en nuestras vidas... Recordemos a Agustín de Hipona: "Quien canta, ora dos veces".
ACLAMEMOS AL SEÑOR: ALELUYA
ACLAMEMOS AL SEÑOR, ALELUYA.
SU PALABRA ES SALVACIÓN.
ALELUYA, ALELUYA.
GLORIA A DIOS, ALELUYA, ALELUYA (2)
Como el grano de trigo fructifica su voz,
Como lluvia fecunda nos renueva el Señor.
Aleluya. Gloria a Dios. Aleluya.
DIOS HA HABLADO
DIOS HA HABLADO CON SU PUEBLO, ALELUYA.
Y SU PALABRA NOS ENSEÑA, ALELUYA (2).
Abran sus oídos, pueblo querido,
Abran sus oídos y escúchenle.
Ábranlos ahora, pueblo amado,
Dios nos habla hoy (2).
Quien pueda oír la voz de Yahvé,
Quien pueda oír, escúchele.
¿Quién aprenderá el camino recto?
Escuchen a Yahvé (2).
DISCÍPULO
Hna. Glenda
Mi Señor, me ha dado
Palabras de discípulo (2),
Para que pueda decir
Una palabra de aliento (2)
Al que está desconsolado.
Para que pueda decirle
Una palabra de consolación.
Por eso, cada mañana,
Él me abre el oído (2).
Para que pueda escuchar
Como su discípulo (2)
Me has abierto el oído
Y yo no me resistí;
Me has abierto el oído
Y yo no me eché atrás.
EN TU PALABRA
En tu Palabra, Señor, medito
De día y de noche, con gran fervor;
Que tu mensaje llegue a nosotros,
En el silencio de esta oración.
Con tu Palabra, Señor, marchamos;
Siempre seguros de no caer,
Porque tú eres luz y camino,
De los que, a oscuras, queremos ver.
ES COMO LLUVIA QUE LAVA
ES COMO LLUVIA QUE LAVA,
ES COMO FUEGO QUE ARRASA.
TU PALABRA ES ASÍ:
NO PASA POR MÍ SIN DEJAR TU SEÑAL (2).
Tengo miedo de no responder,
De fingir que no escuché:
Tengo miedo de oír tu llamado,
Mirar a otro lado y fingir que no sé (2).
Tengo miedo de no percibir,
De no ver tu amor pasar;
Tengo miedo de estar distraído,
Amargado y herido, encerrado en mi ser (2).
Tengo miedo de siempre gritar,
No escucharte en mi corazón.
Tengo miedo del Cristo que pasa,
Me ofrece su mano y le digo que no.
ESCUCHA TÚ
ESCUCHA TÚ LA PALABRA DE DIOS
NO SOLO CON TUS OÍDOS:
TAMBIÉN CON TU CORAZÓN.
ESCUCHA TÚ LA PALABRA DE DIOS
Y ESTATE SIEMPRE ATENTO A SU VOZ.
Déjala entrar dentro de tu corazón,
Pásala a tu mente y a tu situación;
Vívela (2) en tu realidad.
Haz que, por tu vida, llegue a los demás.
Si tus manos son instrumentos de Dios,
Da tu pan al pobre, préstale tu voz,
Ama a Dios (2) con tu caridad,
Oye su Palabra con sinceridad.
ESCUCHARÉ TU PALABRA
Escucharé tu Palabra en lo profundo del corazón:
Yo la escucharé. En lo oscuro de la noche,
La Palabra como luz brillará.
Meditaré tu Palabra en el silencio interior:
La meditaré. En el desierto de las voces,
La Palabra del amor resonará.
Y seguiré tu Palabra por el sendero de la vida:
Yo la seguiré. En el trance del dolor,
La Palabra de la cruz me salvará.
Y guardaré tu Palabra para la sed de mis días:
Yo la guardaré. En el transcurrir del tiempo,
La Palabra del Eterno no pasará.
Anunciaré tu Palabra caminado en este mundo:
Yo la anunciaré. Las fronteras de tu Reino,
La Palabra como el viento despejará.
HÁBLAME, SEÑOR
Cantoración 1. Paulinas.
HÁBLAME, SEÑOR, TU SIERVO ESCUCHA.
TU PALABRA ES LUZ EN MI NOCHE OSCURA.
HÁBLAME, SEÑOR (2).
Como la aurora trae un nuevo día,
Háblame, Señor.
En tu Palabra nos das nueva vida,
Háblame, Señor.
Como la lluvia cae en tierra seca,
Háblame, Señor.
En tu Palabra nos das vida eterna,
Háblame, Señor.
Como el potente fuego de una hoguera,
Háblame, Señor.
Porque tu voz infunde fortaleza,
Háblame, Señor.
Como el aceite suave en una herida,
Háblame, Señor.
Con la ternura de una voz amiga,
Háblame, Señor.
Como el ardiente sol de mediodía,
Háblame, Señor.
Con la verdad entera, sin medida,
Háblame, Señor.
Como semilla viva en tierra buena,
Háblame, Señor.
Mi corazón es surco que te anhela,
Háblame, Señor.
HIMNO AL EVANGELIO
Melodía de “Tú Reinarás”
Dios nos ha dado el evangelio,
Con su mensaje de paz y amor;
En él nos habla Jesús maestro
Y ahuyenta toda sombra de error.
CRISTO JESÚS NOS LLAMA
CON VOZ DE ETERNIDAD:
“YO SOY LA VIDA DE VUESTRAS ALMAS,
SOY EL CAMINO, SOY LA VERDAD” (2).
El evangelio en nuestros lares
Lleve la dicha de Cristo en pos;
Que sean santos nuestros hogares,
Que no se ofenda jamás a Dios.
Que el evangelio vuelva a ser guía,
Que venga el Reino de Salvación;
Reine el Maestro, reine María,
Y un mundo nuevo será su don.
Sea un apóstol cada cristiano
Como san Pablo lo fue ayer;
Conquiste alegre hoy al hermano
De su oficina, de su taller.
LA SEMILLA CRECE
Con toda la gente. Paulinas.
A pesar de todo y a pesar de tanto,
A pesar del tiempo, la semilla crece.
A pesar del luto y a pesar del llanto,
De la guerra oculta, la semilla crece.
La semilla buena, la Palabra viva
Que sembró Jesús (2).
Yo veo la gente que sufriendo canta,
Que jamás se cansa de luchar y amar;
Yo veo sus manos protegiendo el trigo,
Cultivando el suelo que dará su pan (2).
A pesar del frío, de la tierra dura,
De las tempestades, la semilla crece.
A pesar del miedo, de las pesadillas,
De la voz callada, la semilla crece.
La semilla buena, la Palabra viva
Que sembró Jesús (2).
Yo veo los pueblos revolviendo el fango,
Despertando el canto que durmió el dolor.
Yo veo los pueblos apretando el paso
En la marcha firme que lleva el amor (2).
LAS PALABRAS DE LOS HOMBRES
LAS PALABRAS DE LOS HOMBRES
SON PALABRAS Y PALABRAS (2).
PERO, CUANDO TÚ NOS HABLAS,
TU PALABRA ES LA VERDAD.
SEÑOR, DANOS TU PALABRA
Y PODREMOS CONFIAR (2).
Tu Palabra, Señor, es estrella que guía.
Tu Palabra, Señor, es un sol interior.
Tu Palabra, Señor, es más clara que el día.
Tu Palabra, Señor, es un signo de amor.
Tu Palabra, Señor, es anuncio de gloria.
Tu Palabra, Señor, es aval de verdad.
Tu Palabra, Señor, pone luz en la historia.
Tu Palabra, Señor, es paloma de paz.
Tu Palabra, Señor, es susurro de río.
Tu Palabra, Señor, es grandeza del mar.
Tu Palabra, Señor, es consejo de amigo.
Tu Palabra, Señor, es señal de bondad.
Tu Palabra, Señor, es la lluvia oportuna.
Tu Palabra, Señor, es la fertilidad.
Tu Palabra, Señor, rompe sombras y dudas.
Tu Palabra, Señor, es total claridad.
QUE ME HABLE TU PALABRA
Cantos silenciosos. Producciones de la Raíz.
Que me hable tu Palabra;
Necesito hoy, Señor, de tu alimento.
Desfallezco en la tormenta, clamo por tu amor.
Que me hable tu Palabra.
Que me aliente tu Espíritu;
Necesito que me llenes de valor.
Desfallezco en la tormenta, clamo por tu amor.
Que me aliente tu Espíritu.
Desfallezco en la tormenta, clamo por tu amor.
Que me hable tu Palabra.
TU PALABRA
Y sentir tu mirada. San Pablo producciones.
No eran palabras de un hombre normal
Ni eran las cosas que aprendí a escuchar,
Eran los trozos de un discurso loco,
Pero sonaba, pero rimaba,
Pero encantaba poco a poco.
Con tu Palabra por fin pude lograr
Que mi mente dejara de mendigar
Un poco de razón a cada día.
Esta palabra que me ayuda a salir
De aquella cárcel que había hecho para mí
Y me pone a correr hacia la vida.
CON TU PALABRA, CON TU CALOR,
Y DE TU MANO, DULCE SEÑOR,
TENDRÁ EL MEJOR SABOR NUESTRA EXISTENCIA.
CON TUS AMIGOS, CON TUS HERMANOS,
CON TU FAMILIA, DULCE SEÑOR,
SE ENCUENTRA TAN CERCA TU PRESENCIA.
No eran teorías de un sabio de ayer,
Ni era inventos fáciles de ver:
Eran los trozos de un poema loco,
Pero sonaban, pero rimaban,
Pero encantaban poco a poco.
Con tu Palabra por fin pude lograr
Que mi mente dejara de mendigar
Un poco de razón a cada día.
Esta palabra que me ayuda a salir
De aquella cárcel que había hecho para mí
Y me pone a correr hacia la vida.
lunes, 14 de septiembre de 2009
Oraciones para la Misión
PLEGARIA DE LA
MISIÓN CONTINENTAL
Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos, aunque no siempre hayamos sabido reconocerte.
Tú eres la Luz en nuestros corazones, y nos das tu ardor con la certeza de la Pascua. Tú nos confortas en la fracción del pan, para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado y nos has dado la misión de ser testigos de tu victoria.
Quédate con nosotros, Señor, Tú eres la Verdad misma, eres el revelador del Padre, ilumina Tú nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la belleza de creer en ti.
Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares para que caminen unidos, y en ellos nazca la vida humana generosamente; quédate, Jesús, con nuestros niños y convoca a nuestros jóvenes para construir contigo el mundo nuevo. Quédate, Señor, con aquellos a quienes en nuestras sociedades se les niega justicia y libertad; quédate con los pobres y humildes, con los ancianos y enfermos.
Fortalece nuestra fe de discípulos siempre atentos a tu voz de Buen Pastor.
Envíanos como tus alegres misioneros, para que nuestros pueblos, en ti adoren al Padre, por el Espíritu Santo.
A María, tu Madre y nuestra Madre, Señora de Guadalupe, Mujer vestida de Sol, confiamos el Pueblo de Dios peregrino en este inicio del tercer milenio cristiano. Amén.
Benedicto XVI
A LA VIRGEN DE LA ENCARNACIÓN
Virgen María, que por el anuncio del ángel
recibiste la misión que el Padre te encomendó,
ayúdame a escuchar la voz de Dios
que también a mí me llama y me invita a seguirlo.
A través de tu "sí" generoso abriste las puertas
al Misterio más grande de la historia de la humanidad:
la encarnación del Hijo de Dios.
Ayúdame a que yo también sepa decirle “sí” a Dios,
para que Él pueda encarnarse también hoy
en los corazones de las personas
a través de mis palabras y de mi testimonio.
Ayúdame a ser misionero en el mundo de hoy. Amén.
JESÚS, NO TIENES MANOS
Tienes solo nuestras manos para construir
un mundo donde habite la justicia.
Jesús, no tienes pies.
Tienes solo nuestros pies para poner
en marcha la libertad y el amor.
Jesús, no tienes labios.
Tienes solo nuestros labios para anunciar
por el mundo la Buena Noticia de los pobres.
Jesús, no tienes medios.
Tienes solo nuestra acción para lograr
que todos los hombres y mujeres seamos hermanos.
Jesús, nosotros somos tu Evangelio,
el único Evangelio que la gente puede leer,
si nuestras vidas son acciones y palabras eficaces.
A JESÚS MAESTRO
Jesús Maestro:
que yo piense con tu inteligencia,
que yo ame con tu corazón,
que yo vea todo con tus ojos,
que yo hable con tu lengua,
que yo oiga solo con tus oídos,
que yo guste lo que tú gustas,
que mis manos sean las tuyas,
que mis pies caminen sobre tus pasos,
que yo rece con tus oraciones,
que yo trate con tu trato,
que yo esté en ti y tú en mí;
tanto que yo desaparezca.
Beato Santiago Alberione
POR LOS MISIONEROS
Virgen santa, te presentamos
a cada misionero y misionera
que se encuentra anunciando tu Palabra
en diversos lugares de nuestro continente.
No dejes de ser su intercesora,
la fuerza, el aliento y la alegría en su servicio.
No permitas que el cansancio o el desaliento
perjudiquen sus tareas de discípulo.
Que como misioneros, seamos testigos del envío
y del compromiso que un día recibimos.
No dejes de invitar a muchos jóvenes a testimoniar
y a contribuir con su dedicación y entusiasmo
en la tarea de la evangelización.
Confiamos en tu ternura, para seguir contando
con tu fundamental ayuda. Amén.
ORACIÓN MISIONERA
Señor Jesús, que diste tu vida
por nuestra salvación, ayúdanos a continuar
construyendo tu Reino de paz, justicia y amor
en toda la extensión de nuestra patria.
Infunde en el corazón de todos los cristianos
el deseo de transmitir tu Palabra y de testimoniarla
con una vida semejante a la tuya.
Cultiva en el corazón de los jóvenes el sublime ideal
de entregarse al servicio de los demás.
Sostén el ánimo de aquellos que, abandonándolo todo,
cumplen tu mandato de ir por el mundo
anunciando la Buena Nueva.
Crea en mí un corazón misionero. Amén.
ORACIÓN VOCACIONAL
Dios, Padre nuestro, te alabamos y bendecimos,
por toda animación misionera que se realiza,
por medio de tu hijo Jesús, camino cierto a seguir,
verdad que libera y vida que salva.
Envía sobre nosotros tu Santo Espíritu
para que nuestras comunidades sean señal
de vida y esperanza para todos.
Despierta vocaciones misioneras y protege
a los que anuncian el Evangelio, para que tu nombre
sea conocido en nuestro continente.
Bendice nuestro esfuerzo en asumir la misión
como tiempo fuerte de oración y evangelización.
María, madre de Dios y nuestra, haznos seguidores y seguidoras
de tu hijo Jesús y fortalece, en todas las personas, el compromiso
de construir el nuevo milenio en la justicia y la paz. Amén.
POR LA COMUNIDAD MISIONERA
Señor, haz que tus dones se hagan vida
en nuestra comunidad. Necesitamos personas
que sepan escuchar; capaces de paz
y que construyan la unidad;
agentes de reconciliación, que den testimonio
y digan la verdad sin lastimar.
Necesitamos personas movidas por tu Espíritu,
que irradien esperanza, alegría y paz.
Señor, danos cristianos y cristianas
capaces de conmover a otros con su actitud,
personas que unan oración, acción y testimonio.
Señor, convierte nuestra comunidad
en una comunidad misionera,
colaboradora tuya en la extensión del Reino.
Así sea.
POR LA FAMILIA MISIONERA
Señor, tú has querido que tu Iglesia
sea signo y sacramento de salvación
para la humanidad entera,
a fin de que la obra redentora de Cristo
persevere hasta el final de los siglos.
Anima a las familias cristianas
y mueve los corazones de tus fieles
para que podamos sentir
que nos llamas con urgencia
a trabajar por la causa misionera. Amén.
BIENAVENTURANZAS DEL MISIONERO
Bienaventurado el misionero que vive enamorado de Cristo, que se fía de Él como lo más necesario y absoluto, porque no quedará defraudado.
Bienaventurado el misionero que cada mañana dice "Padre nuestro", llevando en su corazón todas las razas, pueblos y lenguas, porque no se conformará con una vida mezquina.
Bienaventurado el misionero que mantiene su ideal e ilusión por el Reino y no pierde el tiempo en cosas accidentales, porque Dios acompaña a los que siguen su ritmo.
Bienaventurado el misionero con un corazón puro y transparente, que sabe descubrir el amor y la ternura de Dios sin complicaciones, porque Dios siempre se le revelará.
Bienaventurado el misionero que reconoce y acepta sus limitaciones y debilidades y no pretende ser invencible, porque Dios se complace en los humildes.
Bienaventurado el misionero que sabe discernir con sabiduría lo que conviene callar y hablar en cada circunstancia, porque nunca tendrá que arrepentirse de haber ofendido a un hermano.
Bienaventurado el misionero que no puede vivir sin la oración y sin saborear las riquezas de la Palabra de Dios, porque esto dará sentido a su vida.
Bienaventurado el misionero que anuncia la verdad sobre Jesucristo y denuncia las injusticias que oprimen a los hombres, porque será llamado profeta de los signos de los tiempos.
Bienaventurado el misionero que sabe asumir y valorar la cultura de los pueblos, porque habrá entendido el misterio de la Encarnación.
Bienaventurado el misionero que tiene tiempo para hacer felices a los demás, que encuentra tiempo para los amigos, la lectura, el esparcimiento, porque ha comprendido el Mandamiento del Amor y se conoce humano y necesitado.
Hna. María Virginia Ciette SSpS.
Clausura del Mes de la Biblia
CELEBRACIÓN FINAL
CLAUSURA DEL MES DE LA BIBLIA
Ambientación
La comunidad prepara una pancarta, en papel o en tela, con el título: “Vengan y vean”. Clausura del Mes de la Biblia. Y otros letreros o afiches más pequeños, con los títulos de cada encuentro.
Se puede, también, elegir un símbolo que represente cada uno de los encuentros realizados. Por ejemplo: el primero podría ser representado por una red; el segundo, por unas sandalias; el tercero, por un cirio y el cuarto, por un bastón.
El grupo se reúne afuera de la Iglesia, capilla o lugar donde ha estado entronizada la Palabra de Dios, y entrará allí de forma procesional, llevando la pancarta, los letreros y los símbolos bien en alto, mientras la asamblea entona el canto sugerido u otro que se estime acorde a la ocasión.
Acogida
Coordinador (a):
Queridos hermanos, queridas hermanas. ¡Bienvenidos todos ustedes que, por amor al Señor Jesucristo y a su Palabra participan hoy de esta celebración de clausura del mes de la Biblia!
En este mes, hemos acogido la invitación de Jesús: “Vengan y verán” y nos hemos encontrado no una, sino cuatro veces para profundizar sobre su seguimiento en la experiencia de los primeros discípulos. Hemos percibido cómo esa llamada puede transformar nuestras vidas, invitándonos a la conversión y a la acogida de las nuevas actitudes que edifican el reino de Dios: el servicio, la intimidad con Jesús, el asumir su estilo de vida y la vivencia en la comunidad de hermanos seguidores del mismo Maestro. Por eso, también nosotros podemos testimoniar con el mismo entusiasmo y la misma alegría de Andrés: “Hemos encontrado al Mesías”.
Digamos todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Canto 1
ARRIÉSGATE
La fuerza del Espíritu. Ediciones Paulinas.
TODOS UNIDOS EN LA VIDA VAMOS BUSCANDO UN HORIZONTE:
¡ARRIÉSGATE, ARRIÉSGATE! ARRIÉSGATE, HAY ALGO MÁS.
¡ARRIÉSGATE, ARRIÉSGATE! ARRIÉSGATE, SIN VACILAR.
Ningún camino es largo para el que cree;
Ningún esfuerzo es grande para el que ama;
Ninguna cruz, vacía para el que lucha.
Cambiemos las promesas en realidades,
Luchemos, como hermanos, por la justicia:
Sembremos hoy la aurora de un nuevo día.
El pan que trabajamos con nuestras manos,
El cáliz que llenamos con alegría
Traerán la primavera a nuestras vidas.
Canto 2
LA NOTICIA
Jesús cada mañana despertaba presuroso
Y a todo el que veía su Noticia le anunciaba.
Y cuando anochecía y regresaba, sudoroso,
Junto con sus amigos su Noticia comentaba.
¿QUÉ NOTICIA ES SEÑOR JESÚS? (4)
Jesús con su noticia los caminos recorría.
¡Tres años eran pocos para el fuego que llevaba!
Los cerros y los valles a pie los caminaba,
Y, con su gran noticia, los lagos navegaba.
“Que Dios ama a los pobres”: ¿Qué Noticia es?
“Qué Dios ama al que lucha”: ¡Qué Noticia es!
“Que Dios ama esta tierra”: ¿Qué Noticia es?
“Que solo al pobre escucha”: ¡Qué Noticia es!
Los pobres tras de sí con su Palabra reunía.
Jesús, con su Noticia, la esperanza despertaba.
La gente descubrió que era verdad lo que decía,
Pero los poderosos su muerte preparaban.
En el lugar de la Celebración
Una vez que la procesión llegue al lugar, la pancarta principal se coloca en el centro o al frente de toda la asamblea, junto a la Biblia entronizada. Los demás recursos (símbolos y letreros más pequeños) se colocarán también allí, en la medida en que vayan siendo nombrados, en el trascurso de la celebración.
Coordinador (a):
En este momento estamos invitados a sentarnos y a hacer memoria de los cuatro encuentros y a celebrar nuestro camino de este Mes de la Biblia.
A partir de este momento, y mientras se hace memoria de los cuatro encuentros, una persona, llamada Animador (a), nombra cada encuentro, proclama el texto del evangelio señalado e invita a la participación. Al final de las intervenciones espontáneas de la asamblea, un comentarista (que puede ser diverso para cada intervención), proclama en voz alta y clara, el texto señalado o, bien, resume lo dicho en breves palabras. Luego del canto, la asamblea proclama a una voz la oración sugerida.
1ª Semana
El seguimiento de Jesús en los evangelios sinópticos
Lectura:
Mc 1,16-20
Comentarista:
Nuestra experiencia no es ajena a lo que vivieron y experimentaron los primeros discípulos de Jesús. También nosotros vivimos inmersos, metidos en lo cotidiano: en nuestras ocupaciones habituales, en la prisa de todos los días. Y desde esta realidad, Jesús nos llama a seguirle, a ir detrás de él, siendo él nuestra única referencia, pues él mismo va delante de nosotros. Es nuestro guía, nuestro Maestro. Él se ha comprometido con nosotros para siempre.
Nosotros deseamos responder a su confianza y a su amor, reconociendo entonces su absoluto en nuestras vidas. Deseamos aceptar lo que él enseña, asumir lo que él ordena y establecer con él una nueva y definitiva relación personal. Esto significa reorientar nuestra vida para que, más allá de lo que hacemos día a día, podamos con nuestras actitudes, modeladas en la de Jesús, testimoniar que su reino de justicia, libertad y paz ya está entre nosotros.
Se pueden añadir otras intervenciones de los participantes.
Canto
PESCADOR DE HOMBRES
Clásicos de la canción religiosa popular. Paulinas.
Tú has venido a la orilla.
No has buscado a sabios ni a ricos,
Tan solo quieres que yo te siga.
SEÑOR, ME HAS MIRADO A LOS OJOS.
SONRIENDO, HAS DICHO MI NOMBRE.
EN LA ARENA HE DEJADO MI BARCA:
JUNTO A TI BUSCARÉ OTRO MAR.
Tú sabes bien lo que tengo:
En mi barca no hay oro ni espadas.
Tan solo redes y mi trabajo.
Tú necesitas mis manos;
Mi cansancio, que a otros descanse.
Amor que quiera seguir amando.
Tú, pescador de otros lagos,
Ansia eterna de almas que esperan.
“Amigo bueno”, que así me llamas.
Oramos todos
Jesús, tu elección llega por caminos insospechados.
Nos llamas a través de otras personas.
Nos llamas sobre todo por medio de los pobres,
los ciegos, los inválidos;
los que no tienen pan, los que no tienen luz,
los que no pueden levantarse y andar.
Te doy gracias porque me has llamado y me has elegido
para ser acompañante de otras personas
en su caminar hacia Ti.
¿Sabré corresponder a tu confianza?
Envía tu lluvia y tu sol sobre el desierto de mi tierra
para que produzca flores y frutos de vida.
Agarra mi mano con tu mano
para que juntos agarremos muchas manos
y alcemos muchas vidas hacia las alturas.
Gracias, porque me has llamado y me has elegido.
2ª Semana
Las condiciones del seguimiento de Jesús
en los evangelios sinópticos
Lectura:
Mt 10,1-15
Comentarista:
La llamada que Jesús hace a sus discípulos es radical: nada se puede anteponer a la construcción del reino de Dios. Y esta llamada se mantiene a lo largo de los siglos, hasta hoy, cuando la escuchamos resonar nuevamente y descubrimos que se dirige a cada uno de nosotros, de forma particular. Jesús nos invita a tener un corazón desprendido, libre de todo tipo de atadura, disponible para la obra de su reino. Jesús va delante de nosotros, es nuestro guía y nuestro maestro, porque ha vivido por primero estas cosas. Nosotros podemos verle y aprender de él, porque él realiza lo que dice.
Así, aceptando y realizando su invitación, pasamos a formar parte de los suyos, de su familia amada. Que Jesús, viéndonos a nosotros, pueda exclamar una vez más: “Quien cumple la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Se pueden añadir otras intervenciones de los participantes.
Canto
CANCIÓN DEL TESTIGO
POR TI, MI DIOS, CANTANDO VOY,
LA ALEGRÍA DE SER TU TESTIGO, SEÑOR.
Me mandas que cante con toda mi voz;
No sé como cantar tu mensaje de amor.
Los hombres me preguntan cuál es mi misión;
Les digo: “Testigo soy”.
Es fuego tu Palabra que mi boca quemó;
Mis labios ya son llamas y ceniza mi voz.
Da miedo proclamarla, pero tú me dices,
“No temas, contigo estoy”.
Tu Palabra es una carga que mi espada dobló,
Es brasa tu mensaje que mi lengua quemó.
“Déjate quemar, si quieres alumbrar.
No temas, contigo estoy”.
.
Oramos todos
Misión es partir, caminar, dejar todo,
salir de sí, quebrar la corteza del egoísmo
que nos encierra en nuestro yo.
Es parar de dar vueltas
alrededor de nosotros mismos
como si fuésemos el centro
del mundo y de la vida.
Es no dejar bloquearse
en los problemas del mundo pequeño
a que pertenecemos:
La humanidad es más grande.
Misión es siempre partir, mas no devorar kilómetros.
Es sobre todo abrirse a los otros como hermanos,
descubrirlos y encontrarlos.
Y, si para descubrirlos y amarlos
es preciso atravesar los mares y volar por los cielos,
entonces misión es partir hasta los confines del mundo.
3ª Semana
El discipulado de Jesús
como comunión de vida con el Maestro
Lectura:
Lc 9,18-27
Comentarista:
Nosotros, en este tiempo, nos hemos acercado a Jesús de una forma diferente. También a nosotros, Jesús nos pregunta: “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”. Y nuestra respuesta expresará qué tanto le conocemos, si nace del corazón. ¡Felices nosotros si podemos responder como Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente”!
San Agustín afirma que nadie puede conocer a Jesús y no amarle; nadie puede amar a Jesús y no seguirle. Que nuestro conocimiento de Jesús dé frutos en actitudes y obras concretas, a favor del reino de paz, justicia y libertad que él ha inaugurado con su presencia.
Se pueden añadir otras intervenciones de los participantes.
Canto
ME HAS SEDUCIDO
Jesús de Nazaret. San Pablo Producciones.
Señor, no soy nada: ¿por qué me has llamado?
Has pasado por mi puerta y bien sabes
Que soy pobre y soy débil. ¿Por qué te has fijado en mí?
ME HAS SEDUCIDO, SEÑOR, CON TU MIRADA.
ME HAS HABLADO AL CORAZÓN Y ME HAS HERIDO.
ES IMPOSIBLE CONOCERTE Y NO AMARTE,
ES IMPOSIBLE AMARTE Y NO SEGUIRTE.
ME HAS SEDUCIDO SEÑOR.
Señor, yo te sigo y quiero darte lo que pides.
Aunque hay veces que me cuesta darlo todo,
Tú lo sabes: yo soy tuyo. Camina, Señor, junto a mí.
Señor, hoy tu nombre es más que una palabra:
Es tu voz que hoy resuena en mi interior
Y me habla en el silencio. ¿Qué quieres que haga por ti?
Oramos juntos
Quiero seguirte, Señor:
A pesar de las incomprensiones de los demás.
A pesar de mis momentos débiles.
A pesar de las horas de cansancio.
Quiero ser dichoso con los que te siguen
con corazón sencillo.
Con los pobres que sienten necesidad de Ti.
Con los que sufren en su caminar por la vida.
Con los que trabajan por implantar la justicia.
Con los de corazón puro.
Con los que llevan consigo la paz y la transmiten
Quiero seguirte, Señor. Amén.
4ª Semana
El seguimiento de Jesús en los primeros relatos
del evangelio de Juan
Lectura:
Jn 1,35-39
Comentarista:
Cuando iniciamos estos encuentros bíblicos, todos nosotros buscábamos algo. ¿Qué nos motivaba a esta búsqueda? ¿Lo hemos encontrado?
Jesús no tenía respuestas prefabricadas. Simplemente, abrió las puertas de su hogar: “Vengan y verán”. Y también hoy, él nos invita a eso: a permanecer con él, a experimentar su cercanía y su presencia, a entrar en intimidad con él. Para los primeros discípulos fue algo tan fascinante, que hasta recordaron a qué hora sucedió todo eso. Que nuestro encuentro con Jesús impacte de tal forma nuestras vidas, que también nosotros podamos no sólo recordar en qué momento de la vida él ha entrado en nuestra existencia, sino que también, como los primeros discípulos, invitemos a otros a participar de su presencia.
Se pueden añadir otras intervenciones de los participantes.
Canto
TE SEGUIRÉ
Tu voz me pide cada amanecer
Seguir por el camino de la paz.
Mas yo, si tú vienes, no podré
Porque mi vida nada es
Cuando a mi lado tú no estás (2).
Lo sabes bien, Señor, yo quiero ser
La voz que cante al mundo tu verdad.
Te entrego hoy mi vida, tuya es,
Señor, por siempre, para ir
Gritando al mundo tu verdad (2).
Señor, enciende siempre nuestra fe;
No dejes que comience a vacilar.
Te entrego hoy mi vida, tuya es,
Señor, por siempre, para ir
Gritando al mundo tu verdad (2).
El sol ya grana el campo de tu mies
Y vas llamando gente a trabajar.
Mas yo, si tú vienes, no podré
Porque mi vida nada es
Cuando a mi lado tú no estás (2).
Oramos juntos
Yo te sigo, Señor.
He querido poner la mano en el arado
y emprender el camino que tú seguiste.
Haz de mí una persona recta.
Haz de mí una persona decidida
a no dejar rincones de mi vida
sin abrirlos al juicio de tu Palabra.
He decidido no volver la mirada atrás.
Porque es la tentación de quien cree que ya hizo bastante.
Porque es el pecado del que pudo hacer y no hizo.
Ayúdame, Señor, a ser fiel a mi opción por ti.
Preces de la Comunidad
Coordinador (a):
La Palabra de Dios que hemos estudiado, compartido y orado en este Mes de la Biblia continúe iluminando nuestra mente y nuestro corazón, que ella abra nuestros ojos para descubrir nuestro lugar en la Iglesia y la humanidad. Elevemos con confianza nuestras preces. A cada intervención, respondemos todos: Señor, escúchanos.
Se pueden distribuir las preces entre los demás participantes. Después de cada una, respondemos.
1. Padre de bondad, ayuda a nuestras comunidades que, en este Mes de la Biblia, han acogido, con confianza y corazón abierto, tu Palabra de Salvación. Que cada una sea testigo de las riquezas de tu reino y signo visible de tu amor. Roguemos al Señor con confianza.
2. Padre de misericordia y ternura, posa tu mirada sobre las personas que viven dificultades en el campo y la ciudad: enfermedades, desempleo, violencia, soledad, exclusión, vicios y otros males. Concédenos la fuerza, la solidaridad y el amor necesarios para apoyarlas y acogerlas con inmenso amor. Roguemos al Señor con compromiso.
3. Padre amoroso y fiel, haznos firmes en la fe para que no rompamos la alianza de amor que continuamente haces con nosotros. Roguemos al Señor con humildad.
4. Padre clemente, continúa llamando y enviando discípulos y discípulas misioneros, que trabajen por amor a ti y a los hermanos, aún en las situaciones más difíciles y desafiantes. Roguemos al Señor con fervor.
5. Padre de justicia, ayuda con tu gracia a quienes luchan por la justicia y la paz. Que ellos puedan contar con el apoyo de entidades comunitarias, eclesiales y sociales. Roguemos al Señor con fe.
6. Padre de comunión y solidaridad, ayúdanos a comprender que no puede haber Eucaristía sin compartir los dones y bienes que poseemos. Roguemos al Señor con sinceridad.
7. Padre de santidad, que tu Palabra nos anime y nos haga cada vez más semejantes a tu mismo Hijo Jesús, a quien seguimos con alegría. Roguemos al Señor con amor.
Coordinador (a):
Gracias, Dios Padre de bondad y madre de ternuras. Gracias por todo lo que nos concediste realizar y vivir en este Mes de la Biblia. Gracias, también, por las personas que nos ayudaron a reflexionar y orar con tu Palabra.
Gracias, porque has sembrado en nuestros corazones el deseo de corresponderte, cambiando nuestras actitudes de egoísmo y transformándolas en actitudes y acciones de solidaridad y unión, especialmente con los que más sufren. Gracias, de forma particular, por concedernos acercarnos a la persona de tu Hijo Jesús, Camino, Verdad y Vida, como sus discípulos y discípulas.
Te pedimos que nos concedas ser testigos de tu reino, miembros activos y comprometidos de tu Iglesia, conscientes de responder a tu amor en la medida en que nos hacemos amor para los demás. Por Cristo, nuestro Señor. Amén
Canto
CRISTO LIBERADOR
CRISTO NOS DA LA LIBERTAD. CRISTO NOS DA LA SALVACIÓN.
CRISTO NOS DA LA ESPERANZA. CRISTO NOS DA EL AMOR.
Cuando luche por la paz y la verdad, la encontraré
Cuando cargue con la cruz de los demás, me salvaré.
Dame, Señor, tu Palabra. Oye, Señor, mi oración.
Cuando sepa perdonar de corazón, tendré perdón.
Cuando siga los caminos del amor, veré al Señor.
Dame, Señor, tu Palabra. Oye, Señor, mi oración.
Cuando siembre la alegría y la amistad, vendrá el amor.
Cuando viva en comunión con los demás, seré de Dios.
Dame, Señor, tu Palabra. Oye, Señor, mi oración.
Coordinador (a):
Ha sido una espléndida oportunidad la que hemos tenido, por gracia de Dios: podernos reunir para reflexionar sobre las primeras llamadas al seguimiento en los evangelios y, con ello, en nuestra llamada a seguir a Jesús. En estos días hemos reflexionado sobre la calidad de esta llamada en nuestras vidas, hemos tomado conciencia de las implicaciones que ésta encierra y nos hemos decidido de forma más incisiva a asumir sus consecuencias y a expresarla en nuestras actitudes. Nosotros reconocemos, además, que esta llamada a seguir a Jesús, a ser sus testigos y a construir el reino de Dios está hoy vigente y actual. Y estamos disponibles y abiertos para que el Espíritu de Dios siga actuando entre nosotros a través de su Palabra, a través de su acción expresada en el servicio, en el amor. Así podremos vivir nuestra misión y testimoniar la entrega de Jesús en la donación desinteresada, haciendo el bien a todos.
Oramos (o cantamos) juntos el Padrenuestro.
Puede invitarse, si se considera oportuno, a intercambiar un saludo de paz.
Despedida
Coordinador (a):
Que la gracia y la paz de Dios Padre, de su Hijo Jesucristo, y la fuerza del Espíritu Santo nos acompañen siempre.
Todos:
¡Amén!
Coordinador (a):
Vayamos en paz, detrás de las huellas de Jesús, nuestro Maestro. Él nos guía y precede.
Todos:
¡Amén!
Canto final
ID Y ENSEÑAD
Sois la semilla que ha de crecer.
Sois estrella que ha de brillar.
Sois levadura, sois granos de sal,
Antorcha que debe alumbrar.
Sois la mañana que vuelve a nacer.
Sois espiga que empieza a granar.
Sois aguijón y caricia, a la vez:
Testigos que voy a enviar.
Id, amigos, por el mundo, anunciando el amor:
Mensajeros de la vida, de la paz y el perdón.
Sed amigos, los testigos de mi resurrección.
Id llevando mi presencia: con vosotros estoy.
Sois una llama que ha de encender
Resplandores de fe y caridad.
Sois los pastores que han de guiar
Al mundo por senderos de paz.
Sois los amigos que quise escoger.
Sois palabra que intento gritar.
Sois reino nuevo que empieza a engendrar
Justicia, amor y verdad.
Sois fuego y savia que viene a traer,
Sois la ola que agita la mar:
La levadura pequeña de ayer,
Fermenta la masa del pan.
Una ciudad no se puede esconder
Ni los montes se han de ocultar;
En vuestras obras que buscan el bien
Los hombres al Padre verán.
Texto para la profundización y trabajo grupal - Semana 4
4ª Semana
El seguimiento de Jesús
en los primeros relatos del evangelio de Juan
El primer título dado a Jesús en el cuarto evangelio es el de “Rabí”, “Maestro” (Jn 1,38) que él acepta como título normal.
Jesús actúa como un maestro sin haber estudiado, es decir, sin haber ido a una escuela rabínica. Ésta es una queja que los jefes judíos hacen, oyéndolo hablar: “Los dirigentes judíos preguntaban extrañados: ¿Cómo es éste tan instruido, si no ha estudiado?” (7,15).
Jesús enseña (7,14.28; 8,20). Tiene su propia doctrina (7,16-17) que viene de Dios, y acerca de la cual fue interrogado por el sumo sacerdote Anás, en el juicio religioso: “El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y su enseñanza” (18,19). Este aspecto de la figura histórica de Jesús en el cuarto evangelio asume una amplitud y una profundidad totalmente nuevas con respecto a los sinópticos.
Jesús es mucho más que un simple rabí. Es un maestro en el sentido trascendental de la palabra. Se presenta como “el hijo del hombre” de la tradición escatológica . “Ha venido desde arriba” (cf. 3,31), “ha descendido del cielo” (cf. 1,14) como “enviado de Dios” (cf. 3,34) para revelar “las cosas del cielo” y dar testimonio de “aquello que ha visto y escuchado”. Él es el “Hijo de Dios” (cf. 3,34) “enviado al mundo, para que el mundo se salve por él” (cf. 3,11-32).
La idea de que Cristo ha bajado, ha sido enviado, constituye el eje teológico alrededor del cual giran todas las afirmaciones del cuarto evangelio.
Jesús se define a sí mismo delante de los judíos, como “aquel a quien el Padre ha consagrado y enviado al mundo” (cf. 10,36). Su misión coincide con su ser, porque “Él es la Palabra de Dios hecha carne” (cf. 1,14).
La respuesta que él espera de parte de las personas consiste en que lo reconozcan como el enviado de Dios y acojan sus palabras. De aquí que los seres humanos tienen que esmerarse en volverse sus discípulos (cf. 8,31; 15,8).
La palabra discípulo es frecuente en Jn. Para comprender su sentido y su alcance hay que tener presente el punto de vista propio de este evangelio, que intenta vincular el tiempo de la Iglesia con el tiempo de Jesús, o mejor, mostrar la permanente actualidad de la vida de Jesús, la cual conserva un valor eterno que ilumina la vida permanente de la Iglesia y de todo cristiano.
Por consiguiente, la misma palabra discípulo puede designar a los que pertenecieron al grupo histórico restringido de los Doce (6,70-71; 20,19-20), que Jesús había escogido para que lo acompañara en su vida terrena; pero puede también designar a los que creerán en Cristo, gracias al testimonio de los primeros discípulos. El uso que el cuarto evangelio hace de este término concuerda con el de los Hechos de los Apóstoles y corresponde a la mentalidad de la Iglesia primitiva.
La condición de discípulos que inicialmente era tan solo la de algunos seguidores específicos, se vuelve, en la teología del evangelio de Juan, la respuesta a la Palabra de Dios de parte de todos los que han sido elegidos para la Salvación.
1. La vocación al seguimiento de los primeros discípulos
El cuarto evangelio, al igual que los sinópticos, utiliza con frecuencia el verbo “seguir”. Este verbo asume diferentes matices en el evangelio. Sin embargo, son raros los casos en los que el verbo es utilizado en un sentido puramente físico y material. Por ejemplo, en 6,2 se dice que “una gran multitud seguía a Jesús porque veía los prodigios que hacía sobre los enfermos”. El contexto manifiesta que no se trata de un simple seguimiento físico: la gente, no obstante sus disposiciones muy imperfectas, lo sigue porque está atraída por la fuerza que emana de la misteriosa personalidad de Jesús.
El uso más característico del verbo “seguir” en este evangelio se halla en las escenas de los encuentros con los futuros discípulos y en las narraciones de vocación, en Jn 1,35-51.
Los textos de la narración de estas vocaciones están precedidos por un ambiente, un contexto que presenta el paso de Juan a Jesús. Este contexto está introducido por un estribillo que se repite tres veces y mantiene unidos entre sí los textos: “al día siguiente”. La figura que sobresale es la de Juan el testigo, quien presenta a Jesús con un título inicial: “Este es el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”, y uno al final: “Pues yo ya lo he visto y doy testimonio de que éste es el hijo de Dios”. Los dos títulos presentan el programa de la vida de Jesús: el cordero de Dios (cf. Ex 12,46) ubica la vida y la misión de Jesús en un contexto de Pascua; el hijo de Dios (cf. Zc 12,10) hace referencia a la muerte del hijo único. Ambos textos presentan a Jesús, el justo perseguido y muerto, salvado y glorificado por Dios (cf. Ap 1,7). Veamos el encuentro de Jesús con los primeros discípulos:
a. En el encuentro de Jesús con los primeros discípulos (1,35-40), la llamada de Jesús es propiciada por la intervención de Juan, el personaje estático, que la prepara. Gracias a la mirada penetrante y al testimonio profético, los dos discípulos dejan al maestro y siguen a Jesús, quien se presenta en movimiento. Las palabras de Juan constituyen la contraseña y la síntesis que convencen a sus discípulos .
Jesús inicia su primer contacto con los dos discípulos con una pregunta que revela en seguida su autoridad: “¿Qué buscan?” (1,38). Esto induce a los dos seguidores a precisar sus intenciones. La expresión “los siguientes” (“los que lo seguían”) indica que la situación de seguimiento se prolongará.
Esta frase, colocada al comienzo del evangelio, remite a las palabras de Jesús a los esbirros de los sumos sacerdotes en Getsemaní (18,4.7): “¿A quién buscan?” y a las dirigidas a Magdalena en 20,15: “¿A quién buscas?”. Todos los personajes del evangelio buscan a Jesús, pero con distintas intenciones.
También el lector que inicia la reflexión sobre el evangelio, y supuestamente va a ser discípulo, es invitado a preguntarse “¿qué busco?” y ver qué es lo que lo mueve en la búsqueda de Jesús.
La respuesta de los dos discípulos es precisa. Ellos aclaran que aceptan a Jesús como maestro. Como tal no contestan a su pregunta inicial sino que, según el estilo rabínico, hacen a su vez otra pregunta (1,38) “Rabí, que se traduce ‘maestro’, ¿dónde vives?” .
Jesús responde a la pregunta de los discípulos, invitándolos a hacer una experiencia. Es la llamada al seguimiento formulada por un imperativo directivo (1,39): “Vengan”, seguido de una promesa .
La reacción de los dos discípulos es descrita en forma narrativa con dos verbos: “fueron y vieron” (cf. 1,39).
La narración es sobria. No se describe el lugar donde Jesús habita, ni qué han hecho aquella tarde él y los dos seguidores. Lo que cuenta para el evangelista es el encuentro entre Jesús y sus primeros discípulos. Es una experiencia cuyo contenido es solamente indicado. Tan sólo hay un preciso recuerdo temporal (1,39): “Eran alrededor de las cuatro de la tarde”.
b. Del encuentro de los dos primeros discípulos se desarrolla una reacción en cadena que lleva a la conformación de un grupo de seguidores (cf. 1,41-50). ¿Quiénes son estos dos? Uno es Andrés, hermano de Simón Pedro (cf. 1,40). El otro es desconocido. De él no se dice nada. Estos dos primeros discípulos eran ya discípulos de Juan el testigo al que dejan para seguir a Jesús.
El texto narra un acontecimiento histórico. En él se perfila el modelo de toda vocación a ser discípulos de Cristo. Podemos agrupar los hechos esenciales de la siguiente manera:
Andrés y su desconocido compañero escucharon el testimonio de Juan el testigo mientras Jesús estaba pasando: “Ese es el cordero de Dios”, alusión al Siervo de Yavé hecha por Is 57,3. Su fe nace del testimonio dado por Juan y consignado en los textos autorizados. El otro discípulo permanece desconocido, como muchos otros discípulos del cuarto evangelio.
A raíz de las palabras del maestro se produce el abandono de Juan el testigo. Para seguir a Jesús, hay que dejar los demás maestros. Se inicia el seguimiento de Jesús. Seguir significa, en el cuarto evangelio, como en los sinópticos, hacerse discípulo.
La pregunta de Jesús: “¿Qué buscan?” constituye la primera palabra que él pronuncia en el cuarto evangelio. Si los discípulos no hubieran buscado algo que les hubiese hecho falta, no se habrían encontrado nunca con Jesús. Su persona satisface las esperanzas de esos hombres. En su encuentro de fe con Jesús, los discípulos toman conciencia de lo que están buscando, sin que antes, tal vez, lo supieran con exactitud.
c. Los discípulos de Juan se dirigen a Jesús llamándolo “rabí” y le preguntan dónde vive. La pregunta tiene un sentido teológico muy rico y se refiere a la persona de Cristo y su misterio. Jesús ha venido al mundo para revelar a los hombres dónde vive: el seno del Padre (cf. 1,18); y para llevarlos consigo: “donde yo estoy allí estará también mi servidor” (14,3; 17,24; 12,26).
d. La invitación dirigida a los dos discípulos es muy concreta: “¡Vengan y verán! (1,39). La palabra ver designa una contemplación penetrante e intuitiva de la mirada espiritual, mediante la cual se alcanza el objeto en su realidad más profunda, en su misterio, más allá de las apariencias externas. El evangelio de Juan presenta una especial pedagogía del ver y se vuelve una escuela de contemplación de la persona histórica de Jesús. El descubrimiento del misterio de Cristo, a través del gradual conocimiento, no se coloca en un plano puramente intelectual, sino que lleva a la vida de comunión con el Hijo de Dios, la cual consiste en vivir con él. Llegar adonde está Jesús y ver donde vive, para vivir con él son expresiones que describen la experiencia de un itinerario de fe propuesto a todos los creyentes. Juan profundiza la temática del seguimiento, interiorizándola, presentándola en una perspectiva de íntima relación con el Señor.
e. La esencia de la vocación del discípulo consiste en abandonar a cualquier otro maestro para ir detrás de Jesús. Lo siguieron en una búsqueda de fe, que se volvió cada vez más transparente y, finalmente se concretó en vivir con él.
2. La vocación de Pedro
La segunda narración (Jn 1,41-42) presenta en forma sucinta la vocación de Simón Pedro. Su encuentro con Jesús es propiciado por la intervención de Andrés su hermano. Andrés no puede callar el descubrimiento del día anterior y, lleno de alegría, comunica la Buena Noticia a su hermano y le grita: “Hemos encontrado al Mesías”. El rol de Andrés en este texto es igual al rol de Juan el testigo, en el texto anterior (1,35).
El encuentro directo de Simón con Jesús marca un cambio radical en su vida. Jesús, al cambiarle el nombre, que solamente el padre imponía al hijo en la circuncisión, ejerce sobre Simón el derecho divino que Dios ejercía sobre los profetas, cambiándoles el nombre, y adquiere sobre él el derecho reservado al padre natural de admitir a su hijo en su familia. La palabra de Jesús es para Simón un acto creativo que constituye una nueva realidad. El nuevo nombre de Cefas dado por Jesús a Simón es muy apropiado al rol de primacía de Pedro en el evangelio de Juan .
3. La vocación de Felipe y Natanael
La tercera narración (1,43-44) presenta en forma breve la llamada de Felipe y es la única llamada de Jesús no propiciada por intermediario alguno. La cuarta narración (1,45-50) se refiere a Natanael. Es la más larga de todas. La llamada de Natanael es propiciada por la actuación de Felipe (1,45), de la misma manera que la llamada de Simón había sido propiciada por la intervención de Andrés (1,41). De esta manera se concluye la descripción del primer grupo de discípulos nombrados por el evangelista: Andrés y el discípulo desconocido, Simón (hermano de Andrés y con nombre judío), Felipe y Natanael .
El diálogo que se establece entre Jesús y Natanael (1,48-50) pone en evidencia el itinerario de fe del discípulo a través de tres verbos: ver (1,48.50), conocer (1, 48) y creer (1,50).
“Estar debajo de la higuera” como “estar debajo de la vid” indica en el A. T. la vida tranquila transcurrida en la intimidad de la propia casa (cf. 1 Re 4,25; Mi 4,4; Zac 3,10). El Talmud afirma que los sabios rabinos solían sentarse debajo de un árbol para estudiar las escrituras y enseñarlas a sus discípulos. Natanael parece un intelectual serio, un investigador honesto.
La mirada profunda de Jesús sacude a Natanael, que hace una solemne profesión de fe mesiánica (1,49): “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Felipe le había anunciado el encuentro con el “Hijo de José de Nazaret”. Jesús no rechaza la proclamación de Natanael , pero le anuncia una nueva fase en el descubrimiento de su identidad: “Verás cosas mayores que éstas”. Esta expresión encuentra su explicación en Jn 5,20 y en Jn 14,12 que se refiere a los discípulos. Estas promesas en el lenguaje de este evangelio hacen referencia a la realidad escatológica inaugurada por el Mesías que se realizará en el futuro.
Ya al final del texto el evangelista añade una sentencia dirigida a Natanael, pero que se refiere a todos los discípulos y a los destinatarios del evangelio (1,51): “Y añadió: En verdad en verdad les digo: verán el cielo abierto y los ángeles de Dios subir y bajar sobre el hijo del hombre”. Las dos imágenes unidas de cielo y ángeles se encuentran en el sueño de Jacob en Betel (Gn 28,12). En el texto de Juan, en lugar de la escalera, está el hijo del hombre. El sentido de la sentencia de Jesús puede ser éste: la plena y definitiva revelación de Dios se tendrá en el hijo del hombre, el Mesías histórico glorificado y entronizado en el cielo, adonde suben y de donde bajan los ángeles de Dios.
Hacemos notar que en este primer capítulo de Juan, dedicado a la presentación de las llamadas de los primeros discípulos, hay una serie de elementos históricos y simbólicos que revelan que el encuentro de los discípulos con Jesús se realiza siempre a través de un intermediario, de alguien que ya cree en Jesús y da testimonio de él.
4. Concluyendo…
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que estas primeras llamadas al seguimiento que relata el evangelio de Juan son tipo y modelo de toda vocación cristiana. La llamada se produce en la vida diaria, aún siendo una iniciativa de Dios. Una red compleja de relaciones humanas puede conducir al surgimiento de una vocación: el trabajo, el parentesco, la ciudadanía, la amistad. Sin embargo, la iniciativa es siempre de Dios: la llamada, la mirada profunda, la orden a seguir, el misterioso conocimiento de la vida personal. Estos signos prolongan en lo ordinario de la vida humana el misterio que se encuentra en Jesús mismo: hombre y Dios.
Para los evangelistas, el hecho decisivo que impulsa una persona a iniciar el camino del discipulado, es la presencia de Jesús que invita directamente o indirectamente al seguimiento. En la “Última Cena” Juan subraya una sentencia de Jesús: “No me han escogido ustedes a mí, soy yo quien los he escogido” (Jn 15,16). El discipulado es un don que viene de lejos y que puede tener varias mediaciones. El hecho de que el discípulo se haya puesto libremente en camino para llegar hasta Jesús, para seguirlo, para adherir a él, es sin embargo obra del Padre: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado” (6,44); “Nadie puede venir a mí, si el Padre mío no se lo concede” (6, 65).
Para la animación grupal
Resumen: Con la llamada, lo extraordinario sucede en lo ordinario
Jesús es mucho más que un simple maestro. Él se define a sí mismo delante de los judíos, como “aquel a quien el Padre ha consagrado y enviado al mundo” (cf. 10,36). Su misión coincide con su ser, porque “Él es la Palabra de Dios hecha carne” (cf. 1,14). La respuesta que él espera de parte de las personas consiste en que lo reconozcan como el enviado de Dios y acojan sus palabras. Para ello, propone a todos el hacerse discípulos.
La llamada se produce en la vida diaria, aún siendo una iniciativa de Dios. Una red compleja de relaciones humanas puede conducir al surgimiento de una vocación. Sin embargo, la iniciativa viene de Dios.
“Vengan y verán”: Llegar adonde está Jesús y ver donde vive, para vivir con él son expresiones que describen la experiencia de un itinerario de fe propuesto a todos los creyentes. El descubrimiento del misterio de Cristo a través del gradual conocimiento, no se coloca en un plano puramente intelectual, sino que lleva a la vida de comunión con el Hijo de Dios, la cual consiste en vivir con él.
La esencia de la vocación del discípulo consiste en abandonar a cualquier otro maestro para ir detrás de Jesús. Los primeros discípulos lo siguieron en una búsqueda de fe, que se volvió cada vez más transparente y, finalmente se concretó en vivir con él.
Pensar la propia vida
¿Qué te mueve a buscar a Jesús?
¿En qué “hora” de tu vida te encuentras? ¿A qué te invita Jesús en este momento?
¿Qué respondes a la invitación de Jesús: “Ven y verás”? ¿A qué te anima?
Pensar la comunidad
¿Qué otros “maestros” compiten en la sociedad con la voz de Jesús?
“Vengan y verán”: ¿podemos decir esto también nosotros? ¿Por qué? ¿Qué necesitamos hacer como Iglesia para que nuestra vida cristiana sea proclamación de la vida nueva que hemos encontrado en Jesús?
¿Qué obstáculos encontramos para responden como discípulos al llamado del Señor?
Oramos juntos
Yo te sigo, Señor.
He querido poner la mano en el arado
y emprender el camino que tú seguiste.
Haz de mí una persona recta.
Haz de mí una persona decidida
a no dejar rincones de mi vida
sin abrirlos al juicio de tu Palabra.
He decidido no volver la mirada atrás.
Porque es la tentación de quien cree que ya hizo bastante.
Porque es el pecado del que pudo hacer y no hizo.
Ayúdame, Señor, a ser fiel a mi opción por ti.
Texto para la profundización y trabajo grupal - Semana 3
3ª Semana
El discipulado de Jesús
como comunión de vida con el Maestro
Las relaciones que Jesús establece con sus discípulos tienen una característica especial. Seguir a Jesús significa entrar en una comunión estable de vida con Él. A este respecto, es muy reveladora la narración de la “Institución de los Doce” en Mc 3,13-15: “Subió a la montaña, llamó a sí a los que él quiso. Ellos fueron tras él. Constituyó Doce para que estuvieran con él para enviarlos a predicar y para que tuvieran el poder de echar a los demonios”.
Hacemos notar la expresión: “para que estuvieran con él”. Comunión de vida y envío a la misión (predicar, echar los demonios) están íntimamente unidos. Constituyen un don irrepetible para los discípulos: primero, vivir continuamente junto a Jesús; y segundo, vivir en estrecha relación entre ellos. La misión no puede realizarse sin este “estar con Jesús”, que capacita al apóstol para representar verdaderamente a su maestro.
Un maestro en tiempos de Jesús no establecía diferencias entre su enseñanza y su vida privada. La enseñanza que los rabinos impartían a sus discípulos no era de tipo puramente académico. Consistía en vivir personalmente en estrecha comunión con sus discípulos.
El discipulado se fundaba en una comunión de vida, una estrecha relación personal entre maestro y discípulos. Éste solía ser mayor que ellos en la piedad y observancia rigurosa de la Ley. El maestro formaba a sus discípulos no sólo con la interpretación de la Torah (Ley), sino también por la manera concreta con la cual él la practicaba. Los discípulos podían observar su coherencia o no con la doctrina que enseñaba y por lo tanto adherir a su enseñanza o dejarlo.
Este modo de formar ha sido bien descrito en el evangelio. Jesús vivió día y noche con sus discípulos, quienes podían observarlo, estudiar su manera de actuar, de orar y su conducta en las situaciones más complejas con los enfermos, los endemoniados, los sumos sacerdotes, los fariseos, los herodianos, el pueblo y con ellos mismos. Se encontraban con Él en todas las circunstancias de la vida. Fueron testigos también de su oración y recibieron un impacto tan fuerte por su manera de orar que le dijeron: “Señor, enséñanos a orar” (cf. Lc 11,1).
Además los sinópticos afirman que Jesús tomaba como punto de partida de su enseñanza las circunstancias más concretas de la vida. Su enseñanza solía estar precedida por discusiones con los fariseos como aquella sobre las “Tradiciones de los Antiguos” (cf. Mc 7,1-13; Mt 15,1-11), o por una pregunta hecha por sus propios discípulos, o para corregir cualquier actitud reprensible. A veces era también una noticia de la cual todos hablaban, que se volvía para el Maestro ocasión de enseñanza (cf. Lc 13,1-3).
La mayor parte de las parábolas fueron narradas con ocasión de algún acontecimiento o de una escena que tal vez los discípulos o la gente habían visto a lo largo del camino: un pescador, un pastor, un sembrador, un ama de casa, unos niños jugando, un campo lleno de cizaña, unos cosechadores, entre otras. Estas parábolas, reunidas a veces por los sinópticos en un único discurso catequístico (Mc 4; Mt 13; Lc 8), fueron, muy probablemente, propuestas por Jesús en ocasiones diferentes.
Es a través de esta vida en común, de esta enseñanza concreta desde la vida de cada día, como Jesús formó a sus discípulos para la misión a la cual los había llamado.
En el prólogo de su evangelio, Lucas llama “testigos oculares” a los apóstoles y a los discípulos que Jesús había escogido: “Como nos han transmitido los que fueron testigos oculares desde el principio y luego se hicieron predicadores de la Palabra” (cf. Lc 1,2).
Esos hombres, que habían seguido a Jesús día y noche, viviendo junto con él, compartiendo sus condiciones de vida y observando su manera de actuar y de portarse en las diferentes circunstancias, tenían a su disposición un tesoro inagotable de impresiones y recuerdos. Estos constituyeron un anillo único en la cadena de la tradición. Este es el motivo por el que la Iglesia considera cerrada la Revelación con la muerte del último apóstol.
El discipulado de Jesús como participación en su destino
Seguir a Jesús no quiere decir solamente vivir en comunión con él, significa también participar de su destino. Este es un componente fundamental del seguimiento de Jesús, que completa y perfecciona los demás elementos.
Siguiendo a Jesús los discípulos tendrían que esperarse el mismo tratamiento reservado a su maestro: odio, sufrimientos, rechazo, persecución y muerte (cf. Mc 13,9-13; Mt 10,17-21; Lc 21,12-19).
El texto de Mt 10,24-25 tiene estas sentencias de Jesús: “No hay discípulo mayor que (su) maestro, ni siervo mayor que su señor; es suficiente que el discípulo sea como su maestro y que el siervo sea como su señor. Si al jefe de familia lo han llamado Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!”. Ésta es la regla fundamental del discipulado. Es cuanto afirma el texto paralelo de Lc 6,40: “Un discípulo no es más que su maestro: terminado su aprendizaje todo discípulo será como su maestro”. Sin embargo en Mt 10,24-25, como muestra el contexto, no se trata sólo de sabiduría, sino de vida, destino y suerte. El discípulo tendrá la misma suerte que su maestro, no una suerte mejor. De lo contrario, no sería más discípulo.
En cuanto a la vida, el discípulo no está por encima de su maestro ni puede alegar mejores condiciones. Tiene que conformarse con participar de su mismo destino, ser como él, o sea: odiado, calumniado, rechazado y perseguido.
A este contexto de participación en el destino de Jesús, pertenece también la sentencia sobre la cruz que el discípulo tiene que llevar detrás de él. Esta sentencia ha sido contextualizada por los sinópticos, partiendo de la iniciativa de Jesús, la respuesta de sus discípulos y la prohibición de Jesús de contarlo a otros (cf. Mc 8,27-30; Mt 16,13-15.20; Lc 9,18-21).
La profesión de fe de Pedro respondía a la pregunta que les había dirigido Jesús: “¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?” y “¿Quién dicen ustedes que soy yo?”. Pedro respondió en nombre suyo y también de los demás. La respuesta de Mt es completa: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente” (Mt 16,16). Esta profesión de fe ilumina el contexto del cambio decisivo en la vida de Jesús y de los discípulos. Con la confesión de la mesianidad de Jesús, explícitamente en Mt “Tú eres el Mesías” y de su filiación divina: “el Hijo del Dios viviente”, más implícitamente en Mc y Lc, los sinópticos afirman que los discípulos habían avanzado en la comprensión de la persona y de la misión de su maestro.
Después de esto, Jesús comenzó a anunciar abiertamente que tenía que subir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser muerto y resucitar al tercer día (cf. Mc 8,31-33; Mt 16,21-23; Lc 9,22). Pero el anuncio de la Pasión es inaceptable a los oídos de los discípulos, y Pedro siente la necesidad de reconducir al Maestro, que se habría extralimitado en su afirmación. Por ello, recibe una respuesta dura de parte de Jesús: “Ponte detrás de mí, Satanás, porque no piensas según Dios, sino según los hombres” (Mc 8,33; Mt 16,22-23).
Jesús no tiene intención de alejar de sí a Pedro, sino invitarlo a ponerse nuevamente detrás de él. La expresión “Ponte detrás de mí” (Mc 8,33; Mt 16,23) hace pensar nuevamente en la llamada inicial de Jesús, dirigida a Pedro y a Andrés: “Vengan detrás de mí” (Mc 1,17; Mt 4,19). Tal vez hay en esta segunda expresión una invitación a replantear la vocación inicial. Pedro, como discípulo aventajado, cree tener el derecho de corregir a Jesús delante de los demás compañeros. Tal vez, como los discípulos de los demás rabinos, Pedro cree llegado el momento de ser él mismo un maestro. Pero escucha nuevamente la invitación a retomar su puesto de discípulo. La frase de Jesús dirigida a Pedro podría significar “Regresa a tu puesto de discípulo, detrás de mí”. Si Pedro quiere permanecer discípulo de Jesús y seguirlo, tiene que renunciar a sus proyectos humanos, que no son según el plan de Dios.
Después de esta amonestación Jesús invita a los discípulos, a la gente y a todos a seguirlo llevando la cruz como forma de participar más de cerca de su destino (cf. Mt 16,24; Mc 8,34; Lc 9,23).
Jesús pide a quien se pone en su seguimiento, que renuncie a sí mismo, con una renuncia radical a su propio yo, con todas las tendencias egoístas, hasta llegar al sacrificio de la propia vida. Jesús acepta la voluntad del Padre que tiene prevista su Pasión, Muerte y Resurrección anunciada en los versículos precedentes, y se prepara para la misma. Los que lo quieren seguir deben estar dispuestos, con los mismos sentimientos de autorrenuncia, a participar en la misma suerte.
Para la animación grupal
Resumen: Seguir a Jesús es participar de su destino
Seguir a Jesús significa entrar en una comunión estable de vida con él. Comunión de vida y envío a la misión están íntimamente unidos. Esta realidad constituye un don irrepetible para los discípulos. La misión no puede realizarse sin este “estar con Jesús”, que capacita al apóstol para representar verdaderamente a su maestro.
Jesús vivió día y noche con sus discípulos, quienes podían observarlo, estudiar su manera de actuar, de orar y su conducta en lo concreto de la vida y en las situaciones más complejas. A través de esta vida en común Jesús formó a sus discípulos para la misión a la cual los había llamado.
Seguir a Jesús significa también participar de su destino. Este es un componente fundamental del seguimiento de Jesús, que completa y perfecciona los demás elementos.
Jesús pide a quien se pone en su seguimiento, que renuncie a sí mismo con todas sus tendencias egoístas, hasta llegar al sacrificio de la propia vida, como él.
Pensar la propia vida
¿Cómo percibes tu relación con Jesús: es una relación cercana, cálida, o más bien distante, fría…?
¿Qué desafíos te propone Jesús a través de esta Palabra?
¿A cuáles tendencias egoístas tendrías que renunciar preferentemente, para seguir más de cerca a Jesús?
Pensar la comunidad
¿De qué forma expresamos como comunidad nuestra comunión de vida con Jesús, el Maestro?
¿Qué actitudes necesitamos potenciar para evidenciar nuestro seguimiento de Jesús como comunidad?
¿Nuestro proyecto personal y comunitario coincide con el proyecto del Reino de Jesucristo y su mandato misionero?
Orar la vida
Quiero seguirte, Señor:
A pesar de las incomprensiones de los demás.
A pesar de mis momentos débiles.
A pesar de las horas de cansancio.
Quiero ser dichoso con los que te siguen
con corazón sencillo.
Con los pobres que sienten necesidad de Ti.
Con los que sufren en su caminar por la vida.
Con los que trabajan por implantar la justicia.
Con los de corazón puro.
Con los que llevan consigo la paz y la transmiten
Quiero seguirte, Señor. Amén.
Texto para la profundización y trabajo grupal - semana 2
2ª Semana
Las condiciones del seguimiento de Jesús
en los evangelios sinópticos
Jesús estableció unas condiciones serias y comprometedoras a los que llamó a su seguimiento. Inicialmente, se trataban de condiciones externas: dejar la familia, la casa, la profesión, las pertenencias personales. Posteriormente, exigió condiciones internas: renunciar a sí mismo, tomar la propia cruz (“cada día”, añade Lc 9,23) y seguir así a Jesús.
1. Las primeras llamadas y la conversión
En las primeras llamadas al discipulado aparecen claramente algunas condiciones de Jesús. Éstas se enmarcan en el contexto de la conversión y son el precio duro que cada discípulo tiene que pagar para responder a dicha llamada.
Al llamado de Jesús, los primeros cuatro discípulos dejan las redes, las barcas, su profesión de pescadores y su familia. Lc que subraya las exigencias del seguimiento, escribe que los discípulos lo dejaron todo: “Dejándolo todo, lo siguieron” (Lc 5, 11).
Leví es llamado desde el banco de los impuestos y abandona su profesión de cobrador. Lc 5,28 insiste nuevamente en que lo deja todo: “dejándolo todo, se levantó y lo seguía continuamente”.
Después de la negativa del joven rico (Mc 10,17-22; Mt 19,16-22; Lc 18,18-23) y ante las duras palabras de Jesús referidas por los tres sinópticos (Mc 10,23-27; Mt 19,23-26; Lc 18,24-27), Pedro manifiesta el sentir de los Doce dirigiéndose a Jesús: “Ya ves, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mc 10,28; Mt 19,27; Lc 18,28).
2. Las llamadas a la misión
Cuando Jesús envió a los Doce durante su vida pública (cf. Mc 6,7-13; Mt 10,1. 7-11.14; Lc 9,1-6), les impuso condiciones claras para ser misioneros. El hecho es relatado por los tres sinópticos; entre estos, el texto más exigente es el de Mt 10,9-10: “No lleven ni oro, ni plata, ni moneda de cobre en sus cintos, ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón”. Se trata de un lenguaje parabólico en el que lo más importante no debe ser quien lleva el mensaje de Jesús, sino el mismo mensaje. La persona misma del misionero es parábola para los que escuchan el mensaje de Jesús que él anuncia.
El pensamiento de Jesús es que quien es enviado por él a anunciar el Reino de Dios debe limitarse a lo estrictamente necesario para sí y demostrar un total desprendimiento de las cosas materiales. Lo más importante en los tres textos no es la persona que anuncia, sino el contenido del anuncio.
Cuando Jesús envió a los setenta y dos discípulos les impuso también condiciones duras para ser misioneros (Lc 10,1-11).
3. Las condiciones del seguimiento según otros relatos
Lc 9,57-62 ha conservado tres discursos de Jesús, dirigidos a tres posibles candidatos, que ponen en evidencia la dureza de las condiciones del seguimiento, su radicalidad y su urgencia. Mt 8,18-22 tiene dos sentencias paralelas a las dos primeras de Lc, mientras que Mc no tiene ninguna.
Otro texto que habla de las condiciones para seguir a Jesús es el encuentro con el joven rico presentado por Mc 10,21; Mt 19,21; Lc 18,22:
En el texto de Mc 10,21 Jesús pide al rico la venta de lo que tiene y la repartición de lo recabado a los pobres.
En el texto paralelo de Lc 18,22 Jesús insiste en que el rico tiene que vender todo lo que tiene.
El texto que presenta alguna diferencia es Mt 19,21:“Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos”.
La invitación a dejarlo todo, de la cual nos hablan los evangelios sinópticos, es, ante todo, una renuncia afectiva, un desprendimiento del corazón, que hace completamente disponibles para la obra del Reino de Dios. Se trata de una actitud que no permite que las cosas terrenas se antepongan a los intereses del espíritu. Las condiciones requeridas por Jesús, para aquellos que lo siguen, son exigencias que él mismo ha vivido. Él no impone nada que no haya vivido primero: su desprendimiento del dinero, de la riqueza, de toda comodidad de la casa, es radical.
Los discípulos de Jesús deben renunciar a estas ataduras humanas y a los deberes que derivan de ellas. Si Jesús habla de esta manera es porque él tiene el derecho, siendo él mismo completamente desprendido de su familia, para un servicio mejor, más generoso y completo para el Reino de Dios. A los que le dicen: “Tu madre, tus hermanos y hermanas se encuentran allá afuera y te buscan”, Jesús responde: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?... Quien cumple la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre” (cf. Mc 3,34-35; Mt 12,46-50; Lc 8,19-21).
Jesús se siente completamente vinculado y entregado a la misión que le confió el Padre y quiere formar a sus discípulos con la misma dedicación (Mc 1,17.48).
Pero, además del desprendimiento de las ataduras humanas, Jesús pide al discípulo una preferencia y un amor radical hacia su persona. Leemos en (Lc 14,26): “Si uno viene a mí y no odia a su padre, su madre, su mujer, sus hijos, sus hermanos y hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo”. El verbo “odiar” en este discurso es un hebraísmo y significa posponer, colocar después, hacer pasar en segunda línea.
En estos discursos Jesús no se portó con sus discípulos como un rabí cualquiera. Sus relaciones con ellos fueron diferentes a las que había entre los demás rabinos y sus discípulos. Ordinariamente los maestros se hacían servir por sus discípulos imponiéndoles la obligación de hacerlo, exceptuando los oficios reservados a los esclavos. La conducta de Jesús fue completamente diferente. Formó a sus discípulos para la acción y acudió en su ayuda para el ministerio, pero no asumió nunca una actitud de jefe que utilizara a su favor la disponibilidad de los demás. Incluso, llamó la atención de sus discípulos sobre el carácter paradójico de su conducta: “Yo estoy entre ustedes como quien sirve” (Lc 22,27). Y esta conducta comportaba una obligación para quienes lo seguían. Es lo que expresan los versículos anteriores de Lc 22,25-26: “Los reyes de las naciones las gobiernan... Pero entre ustedes no debe ser así; sino que el más grande entre ustedes sea el más pequeño y quien gobierna actúe como el que sirve”. En el paso paralelo de Mc 10,45 Jesús añade: “El Hijo del hombre en efecto no ha venido para ser servido, sino para servir y entregar su propia vida en rescate de muchos”. Jesús se ha presentado a los discípulos como el modelo del servidor humilde. El camino de la cruz no es en primer lugar sufrir sino servir.
Para la animación grupal
Resumen: Las exigencias del Seguimiento
Jesús estableció unas condiciones serias y comprometedoras a los que llamó a su seguimiento. Inicialmente, se trataban de condiciones externas: dejar la familia, la casa, la profesión, las pertenencias personales. Las condiciones requeridas por Jesús, para aquellos que lo siguen, son exigencias que él mismo ha vivido
Dejarlo todo: es, ante todo, una renuncia afectiva, un desprendimiento del corazón, que hace completamente disponibles para la obra del Reino de Dios.
Jesús pide, además, una preferencia y un amor radical hacia su persona: “Si uno viene a mí y no odia a su padre, su madre, su mujer, sus hijos, sus hermanos y hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc 14,26).
Jesús coloca estas condiciones para que los discípulos puedan, como él, dedicarse completamente a la misión que le confió el Padre: el servicio para el Reino de Dios. Realizar esta opción implica formar parte de la familia de Jesús.
Pensar la propia vida
¿Qué renuncia personal te pide Jesús, para crecer en su seguimiento?
¿Cómo respondes a esa propuesta?
¿De qué forma esa respuesta ayuda al crecimiento del Reino de Dios?
Pensar la comunidad
¿Cómo puede expresar mejor nuestra comunidad el pertenecer a Jesús?
¿Qué iniciativas necesitamos asumir / mejorar para servir mejor a la causa del Reino de Dios?
¿De qué forma nuestra comunidad sostiene a las personas llamadas de forma especial al seguimiento de Jesucristo?
Orar la vida
Misión es partir, caminar, dejar todo,
salir de sí, quebrar la corteza del egoísmo
que nos encierra en nuestro yo.
Es parar de dar vueltas
alrededor de nosotros mismos
como si fuésemos el centro
del mundo y de la vida.
Es no dejar bloquearse
con los problemas del mundo pequeño
a que pertenecemos:
La humanidad es más grande.
Misión es siempre partir, mas no devorar kilómetros.
Es sobre todo abrirse a los otros como hermanos,
descubrirlos y encontrarlos.
Y, si para descubrirlos y amarlos
es preciso atravesar los mares y volar por los cielos,
entonces misión es partir hasta los confines del mundo.
Texto para la profundización y trabajo grupal - Semana 1
1ª Semana
El seguimiento de Jesús en los evangelios sinópticos
La temática del seguimiento, con su peculiar terminología, aparece en los evangelios de Marcos (Mc), Mateo (Mt) y Lucas (Lc) (llamados también sinópticos) como un tema fundamental. En ellos, este tema está íntimamente unido con la llamada, la vocación y el discipulado.
Al comienzo de cada uno de estos evangelios, Jesús toma la iniciativa llamando a hombres sumergidos en su trabajo (remiendo de redes, preparación de barcas, pesca, cobro de impuestos, entre otros oficios). El lago de Genesaret o Mar de Galilea es fuente de trabajo para todos ellos y sus familias. De esos trabajadores saca Jesús a sus discípulos. Luego de un largo período de permanencia con él, Jesús los envía por Galilea para que le ayuden en la misión de anunciar el Reino de Dios. Después, mientras va de camino hacia Jerusalén, encuentra a otros a quienes llama al seguimiento y se dedica expresamente a la formación de sus discípulos.
El discipulado, según los evangelios, inicia así: Un desconocido entra en la vida diaria de personas ocupadas en su trabajo y las llama personalmente. Ellas dejan la seguridad de su pasado para un futuro que todavía tienen que descubrir. Una cosa es cierta para ellas: todavía no saben bien quién es el que las llama, pero su presencia atrae su atención y su palabra las convence. Poco a poco adherirán también a su proyecto.
1. Las primeras narraciones sinópticas de la vocación al seguimiento
En los sinópticos, al comienzo del seguimiento, hay siempre una llamada, expresada por un imperativo y a menudo acompañada por una promesa, seguida de una respuesta de parte de quien ha sido llamado. Comenzaremos abordando el evangelio de Marcos (1,14-20) por ser el más antiguo y más cercano a los hechos. Luego, proseguiremos con los otros dos.
Vocación al seguimiento según San Marcos
En Mc 1,14-15 Jesús comienza en Galilea su vida pública, su ministerio con una proclamación solemne: “Se ha cumplido el plazo, ya llega (está cerca) el Reino de Dios: conviértanse y crean en la Buena Noticia”.
El mensaje está compuesto por dos declaraciones: la primera, “conviértanse”; y la segunda, “crean en la Buena Noticia”. Estos imperativos éticos, en cuanto que exigen en los oyentes un cambio de mentalidad y de actitudes, están estrechamente vinculados con los textos que siguen (Mc 1,16-20).
Mc narra inmediatamente la vocación de los primeros cuatro discípulos, pescadores y marginados en forma paralela y complementaria. El seguimiento de estos constituye un modo concreto de conversión y de fe. El abandono de su pasado implica la conversión, y el seguimiento exige la fe en la Buena Noticia. Convertirse y creer en el evangelio tienen que ver directamente con la aceptación de la persona de Cristo, mensajero del Padre.
Esta narración describe la primera vocación, seguida por una promesa, que constituye el proyecto y la línea de trabajo de la misión de Jesús. La promesa es: “y los haré pescadores de hombres”, y es seguida por las respuestas de los llamados: “y enseguida, dejando las redes, lo siguieron”, “y, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los empleados, fueron tras él” (1,17-20).
Las palabras de Jesús constituyen una invitación dirigida a los destinatarios para que orienten su vida en vista del Reino que se está acercando. La orden exige un cambio de rumbo, una reorientación de la vida personal: dejarlo todo para seguir a Jesús. Al mismo tiempo es un estímulo para iniciar un camino que exige confianza y comunión profunda con él, camino que se llevará a cabo sólo con el seguimiento.
Con las palabras “Vengan detrás de mí”, Jesús recuerda a los llamados que él va a ser el único punto de referencia en su camino, porque él irá adelante .
Ir detrás de él significa vivir en comunión con él, reconocerlo como Maestro y Guía que se compromete con ellos para siempre. Aceptar lo que él enseña, asumir lo que él ordena y establecer con él una nueva y definitiva relación personal de quien acoge el Reino que, en Jesús, se está acercando. La invitación constituye el inicio de una propuesta de camino formativo hecho de cambios de mentalidad y adhesión de fe en la Buena Noticia que se prolongará durante toda la narración. Ir tras él, seguirle, se transformará en un pertenecerle cada vez más exclusivo (ser de Cristo, ser cristiano).
“Los llamó” (Mc 1,20). El verbo llamar tiene en Mc una característica vocacional y hace de la llamada un don gratuito.
“Lo siguieron” (Mc 1,18), “fueron tras él”, “caminaron detrás de él” (Mc 1,20). Los interpelados demuestran haber sido alcanzados por la palabra y el poder de Jesús y haber aceptado las exigencias de su vocación y manifiestan al mismo tiempo disponibilidad para llevarlas a cabo.
Esto trae sus consecuencias:
Dejarlo todo constituye la aplicación concreta del “Conviértanse” inicial (cf. 1,15). Dejar el trabajo y la familia se traduce en dejar las propias raíces culturales, el pasado al cual se está, a menudo, vinculados; dejar toda seguridad y lanzarse hacia un futuro desconocido, confiando sólo en la persona que está allí delante y reta con su llamada. Los llamados dejan lo que tienen porque encuentran en Jesús un maestro y un formador. Su “dejarlo todo” es abrazar la libertad completa de seguir a Jesús. Para ellos, “seguir” exige un camino de obediencia y fidelidad. Esta es la cuota de sacrificio que deben pagar para llegar a ser “pescadores de hombres”.
Seguir a Jesús implica la concreción de la fe en la Buena Noticia que se traduce con “crean en la Buena Noticia” (cf. 1,15). La narración de Mc acentúa más esta segunda perspectiva que la primera. Desprendimiento de todo y seguimiento, sacrificio y libertad, renuncia y acogida, estrechamente unidos entre sí, constituyen el inicio de todo camino de seguimiento de Jesús. La respuesta de los primeros cuatro llamados representa el primer paso en el cambio de mentalidad, en la conversión y en el camino de fe.
Vocación al seguimiento según San Mateo
Mt 4,17 constituye el preámbulo a las llamadas y describe el anuncio inicial de Jesús, como en el caso de Mc 1,14-15; pero, a diferencia de éste, pone primero la exigencia de la conversión, seguida por el anuncio que la fundamenta: “pues se está acercando el Reino de los cielos”.
La llamada de los cuatro discípulos (Mt 4,18-22) a través del imperativo: “Vengan detrás de mí” o, según la expresión, “y los llamó” (4,21) resulta ser también, para Mateo, la consecuencia de la presencia y de la predicación de Jesús.
El abandono del pasado es el primer paso para la concretización de la conversión. El seguimiento de Jesús constituye el segundo paso.
La vocación, al igual que en Mc, es reforzada por una promesa: “los haré pescadores de hombres”, que constituye el proyecto, el programa y la línea de trabajo de la misión de Jesús.
Cierran ambas narraciones las respuestas positivas de los llamados, marcadas por la inmediatez de la decisión: “ellos en seguida, dejando las redes, lo siguieron” y “ellos en seguida, dejando la barca y a su padre, lo siguieron”.
Vocación al seguimiento según San Lucas
El contexto en el cual Lc ubica la llamada de los primeros discípulos es diferente respecto a Mc y Mt, según lo encontramos en el capítulo 5,1-11: Jesús ya conoce a Simón y ha estado predicando en Galilea (Lc 4).
El texto presenta una relación personal entre Jesús y Simón. Jesús se vale de su amistad para pedirle la barca y predicar a la gente (Lc 5,1-3); revela su potestad a Simón y a sus compañeros en la pesca milagrosa (Lc 5,4-9); Santiago y Juan eran socios de Simón en la pesca (Lc 5,10). Así, sus versículos iniciales (1-7) ofrecen una larga introducción al pasaje de la llamada para, luego, presentar el texto central. En éste, la narración describe la vocación de Simón y de sus compañeros, precedida por un imperativo dirigido a él. Este imperativo es una prohibición que, al mismo tiempo, es una palabra de aliento, una invitación a la confianza: “No tengas miedo”. A continuación, viene una promesa que constituye el proyecto y la línea de trabajo de la misión de Jesús: “desde ahora serás pescador de hombres”.
La invitación a no temer (confiar) y el proyecto de la misión, si bien han sido dirigidos directamente a Simón, no excluyen a sus compañeros. Así lo entienden ellos al dar su respuesta positiva, “dejando las barcas en la orilla, abandonándolo todo lo siguieron”.
En esta narración, que constituye un solo pasaje, los términos fundamentales que describen el seguimiento abarcan verbos y construcciones sinónimas:
“No temas: desde ahora serás pescador de hombres”. Aunque falta el primer imperativo, común en Mc y en Mt, sin embargo con el imperativo presente “No temas”, Jesús pide a Simón y sus compañeros que dejen de tener miedo. Es una orden que pide confianza, no obstante encontrarse ante la presencia de lo divino expresado en el milagro de la pesca. El imperativo presente acompaña el ejercicio futuro de la misión confiada.
“Lo siguieron” (Lc 5,11. Cf. Mc 1,18 y Mt 4,20-22). Es la respuesta de los discípulos.
2. Otras narraciones sinópticas de la vocación al seguimiento
Los sinópticos proponen otra llamada que abre los horizontes a la realidad del mundo marginado: publicanos / recaudadores de impuestos y pecadores (Mc 2,13-17; Mt 9,9-17; Lc 5,27-32). Tomemos nuevamente como punto de referencia el evangelio de Mc 2,13-17.
Este relato ha sido agrupado junto a otros textos con finalidad catequística, en el contexto de las llamadas “Controversias de Galilea”. Éstas presentan a Jesús en unas confrontaciones con algunos enemigos (escribas, fariseos, herodianos) . El pasaje referido, compuesto igualmente de tres momentos, comprende la predicación de Jesús (2,13), la llamada a Leví (2,14) y el banquete de Jesús con los discípulos y los pecadores (2,15-17).
La llamada de Leví resulta ser todavía la consecuencia de la presencia de Jesús y de su predicación (cf. 1,15). La respuesta de Leví reviste la inmediatez de las respuestas anteriores (1,18.20). La primera parte es dolorosa, de desprendimiento, seguida de la disponibilidad, y está marcada por el verbo “levantar (se)”: “levantándose”. El levantarse de Leví indica el comienzo de su conversión, de su cambio de mentalidad. La segunda parte, expresada por la frase “lo siguió”, describe el seguimiento, la concreción de la fe (cf. 1,18).
En la narración, los términos fundamentales que delinean el seguimiento comprenden verbos y expresiones que están relacionadas con la predicación inicial de Jesús (1,14-15) y la llamada de los primeros discípulos (1,16-20):
“Sígueme” (Mc 2,14) manifiesta el poder de Jesús, quien invita a Leví a dejar su profesión (ésta implica una situación de pecado y de injusticia) y a emprender un seguimiento continuo. El texto constituye la concreción de la predicación inicial de Jesús en 1,15: “conviértanse y crean en el evangelio”.
“Lo siguió” (Mc 2,14): Era necesario que Leví asumiera la liberación de todas las ataduras para seguir a Jesús.
La afirmación solemne de Jesús: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mc 2,17) constituye la clave de interpretación del pasaje. Al mismo tiempo, él quiere extender el alcance de su misión a todas las personas que, con Leví, entraron en comunión con él.
El verbo “llamar” se encuentra ya en 1,20, y señala la vocación de los primeros discípulos. Su uso en este contexto indica que también los pecadores y marginados por la sociedad de los puros (fariseos, escribas, entre otros) pueden volverse discípulos de Jesús. Con este discurso Jesús manifiesta públicamente la conciencia de su misión, declarándose solidario con todos los pecadores y los necesitados de perdón. Se une más concretamente a ellos especificando la actitud de solidaridad asumida en su bautismo (cf. 1,9). Asimismo, Mc hace notar que la llamada de Leví acontece en un contexto de comunión con Jesús y la comunidad de sus discípulos.
Esta afirmación solemne de Jesús pone en evidencia la gratuidad divina de toda llamada y al mismo tiempo sugiere el compromiso que los discípulos asumen en la continuidad de este proyecto de “pescar hombres” .
3. Otras llamadas
El verbo “seguir” se repite otras veces en los sinópticos con un final diferente. Por ejemplo, el texto del joven rico presenta un caso concreto de llamada frustrada (Mc 10,17-31; Mt 19,16-22; Lc 18,18-23). También hay otros episodios narrados por Mt 8,18-22 y Lc 9,57-60, que describen las condiciones impuestas por Jesús a quienes lo quieren seguir. Acerquémonos un poco más a estos textos:
Mientras Jesús va de camino hacia Jerusalén un escriba le manifiesta la voluntad de seguirlo como discípulo: “Te seguiré”.
Pero Jesús, toma la iniciativa y pone implícitamente las condiciones: “Las zorras tienen sus madrigueras y las aves de los cielos sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde descansar la cabeza”. Con esta sentencia Jesús declara su estado de pobre y de itinerante (Mt 8,20; Lc 9,58) y aclara cuál debe ser la intención del discípulo al ponerse en su seguimiento. El texto, que no tiene respuesta, deja abierta la decisión para el que quiera seguir a Jesús, sobre todo, el lector. Es una propuesta abierta con una condición precisa.
“Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme primero ir a sepultar mi padre”. Jesús le contesta “Sígueme”.
Finalmente, Lc 9,61-62 ofrece el caso de alguien que manifiesta la voluntad de seguir a Jesús: “Le dijo otro: te seguiré, maestro. Primero permíteme ir a despedirme de los de mi familia”. El futuro “te seguiré” expresa la intención de un seguimiento indefinido de parte del interlocutor. Jesús, tomando la iniciativa, pone las condiciones, que deben ser asumidas por todos los lectores: “dijo Jesús: Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Implícitamente, Jesús invita al discípulo a no mirar hacia atrás para tener la total libertad de seguir.
4. Sentido y finalidad del discipulado de Jesús
Jesús llamó a sus discípulos no para darles una formación profesional. Jesús no quería hacer de sus discípulos unos profesionales de la Ley y de las interpretaciones de la Tradición de los Antiguos, sino que los llamó para que se asociaran a su obra de predicación del Reino de Dios, que traía la salvación definitiva a los hombres.
A los primeros discípulos Jesús les dice: “Vengan detrás de mí y los haré pescadores de hombres” (Mc 1,17; Mt 4,19). La llamada no fue exclusivamente para un aprendizaje, sino para una experiencia y una misión concreta, en la cual la promesa “los haré pescadores de hombres” es un don que Jesús hizo a los convocados y un compromiso que él asumió con ellos. El futuro “haré” indica que Jesús logrará su finalidad, pero para esto necesita la respuesta constante de los llamados.
Particularmente significativa es la primera misión de los apóstoles, según la narración de Mt 9,35. En ella se dice que Jesús: “recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en las sinagogas y predicando el evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia”. Luego en Mt 10,1-15 Jesús envió a sus apóstoles en misión, otorgándoles sus poderes de hacer milagros para expulsar a los demonios y obrar curaciones como señal de la inminente llegada del Reino de Dios. Al mismo tiempo ellos reciben la orden de anunciar el evangelio. Esto es lo que hizo Jesús, como afirma Mt 9,35: predicó, enseñó y curó (cf. también Mc 3,20-6,6).
Para la animación grupal
Resumen: Comienzos del discipulado
El discipulado, según los evangelios, inicia así: Un desconocido entra en la vida diaria de personas ocupadas en su trabajo y las llama personalmente. Ellas dejan la seguridad de su pasado para un futuro que todavía tienen que descubrir. Una cosa es cierta para ellas: todavía no saben bien quién es el que las llama, pero su presencia atrae su atención y su palabra las convence. Poco a poco adherirán también a su proyecto.
Dejarlo todo: es la forma concreta de aceptar la invitación de Jesús a la conversión
Seguir a Jesús – ir detrás de él: significa vivir en comunión con Jesús, reconocerlo como Maestro y Guía, acogiendo de forma personal la propuesta del Reino, dejando las propias raíces, toda seguridad y lanzarse hacia un futuro desconocido. Exige confianza plena en él, que llama.
La llamada se realiza en una experiencia y una misión concreta; es un don que Jesús hace a los convocados y un compromiso que asume con ellos. Pero para esto necesita la respuesta constante de los llamados.
Pensar la propia vida
¿Cuál es tu situación personal de vida? ¿Cómo te encuentra Jesús?
¿Qué invitación personal te dirige?
¿Cómo respondes?
Pensar la comunidad
¿Qué está viviendo tu comunidad, hoy?
¿Qué llamada le está haciendo Jesús a la comunidad, a través de estos textos?
¿Cuál es la respuesta que vamos a dar, como comunidad?
Orar la vida
Jesús, tu elección llega por caminos insospechados.
Nos llamas a través de otras personas.
Nos llamas sobre todo por medio de los pobres,
los ciegos, los inválidos;
los que no tienen pan, los que no tienen luz,
los que no pueden levantarse y andar.
Te doy gracias porque me has llamado y me has elegido
para ser acompañante de otras personas
en su caminar hacia Ti.
¿Sabré corresponder a tu confianza?
Envía tu lluvia y tu sol sobre el desierto de mi tierra
para que produzca flores y frutos de vida.
Agarra mi mano con tu mano
para que juntos agarremos muchas manos
y alcemos muchas vidas hacia las alturas.
Gracias, porque me has llamado y me has elegido.
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